Política de empleo
La desacertada política de empleo que se instrumentó a partir de la década del `90 en Argentina, ayuda a explicar no sólo la instalación del flagelo del desempleo estructural (que todavía padecemos aunque en menor medida), sino que sirven asimismo en alguna medida para entender el colapso de la economía en su conjunto hacia fines del 2001.
Esa política de empleo formaba parte de una política económica de ajuste permanente a partir de la ley de convertibilidad, a la que el desempleo le resultaba funcional (al menos en un primer momento), si es que no se lo procuró abiertamente. En un primer momento en que la economía parecía crecer en forma sostenida y definitiva, se decía que la reducción de costos laborales era útil para estabilizar los precios y permitir la transformación del Estado y de la economía, aparte de promover la contratación de mano de obra. Y cuando el crecimiento comenzó a desacelerarse hasta estancarse, no se supo que hacer con el desempleo. O sabiendo lo que había que hacer para disminuirlo no se pudo o no se quiso hacerlo, al punto que si bien ya no parecía que la política económica persiguiera abiertamente el desempleo como al principio, lo cierto es que no parecía molestarle demasiado (al menos como para perturbar las decisiones o las herramientas centrales de la política económica que lo provocaban).
Sea como fuere, no quedan dudas que ni el pleno empleo ni la fuerte reducción del desempleo, en ningún momento fueron objetivos claros o reales de la política de empleo durante la década del `90, ni uno de los desvelos de la política económica (como no lo fue la asistencia satisfactoria o integral de la totalidad o de la mayoría de los desocupados).
Una aparente política de empleo equivocada siempre, errática y contradictoria por momentos, que teóricamente apuntaba a evitar el desempleo en un primer momento (o a disminuirlo luego). Pero siempre a juzgar por las declaraciones de sus defensores o por la letra de sus manifestaciones legislativas, porque los instrumentos utilizados eran ineficaces y siempre se mostraron como perversos por los resultados.